Nunca discutas con un imbécil, te hará descender a su nivel y allí te ganará por experiencia

Si vienes con un problema y no traes la solución, tu eres parte del problema

sábado, 29 de noviembre de 2008

Setas, patatas y almejas


350 gr. de Pleurotus ostreatus (Seta de chopo), campestre o cultivada
500 gr. de patatas
Una docena de almejas
2 cebollas medianas
4 dientes de ajo
Aceite de oliva virgen extra
Sal
Una pizca de pimienta negra molida
Una cucharada de pimentón rojo molido


Esta otoñada hablar de setas y hongos campestres, salir de recolecta, encontrar parajes donde aparecen, recoger nuevas variedades comestibles, pasar horas y horas en contacto con la Naturaleza, compartir paseo y búsqueda con los amigos, degustarlas alrededor de una mesa… ha sido un pasatiempo agradable de muchos fines de semana y algunos días de diario de este mes de noviembre. Es una pena que las bajas temperaturas y heladas nocturnas que pronto han llegado, nos impidan disfrutar de algunas variedades más tardías, como las lepistas (de pie y pezón azul como las llaman aquí), aunque algunas se han visto, y con suerte, en los sitios más abrigados seguramente estarán.

Muchos son los prejuicios y prevenciones que hay hacia las setas de campo. Unos fundados por la toxicidad y mortalidad que ocasiona la ingesta de variedades no comestibles. Otros basados en creencias falsas que se han ido trasmitiendo a lo largo de generaciones. El sólo hecho de mencionar la palabra seta, provoca rechazo y como si se tratase de algo exotérico.

Lo cierto es que en la zona, los pocos aficionados a la micología que hay, entre los que me encuentro, suelen ir a lo seguro y conocido: la seta de cardo y la de chopo, descartando generalmente otras buenas que se desconocen por ignorancia y falta de información. Pasó hace unos años con las lepistas que nadie las quería y ahora son muy apreciadas por su carnosidad y aroma. Pasará con los pedos de lobo y con los boletus luteus. ¿Estás seguro que esto se puede comer? Que si hombre, que sí…

La cesta de mimbre que he comprado no ha podido tener mejor estreno. En todas las salidas se ha llenado, y un día en…, no puedo decir el sitio, hubo que descargarla hasta tres veces. Esto de ocultar los sitios es muy común entre los seteros. Igual pasa con los buscadores de espárragos verdes. Nadie comparte con nadie los lugares buenos. Cuando tras una salida enseñas la cesta llena a alguien, no te pregunta por las características y nombre de algún ejemplar, sino siempre ¿Dónde? Suelo responder que en el otro lado, en el más allá, refiriéndome al otro lado del río.

Las aguas abundantes del mes de mayo y las caídas en octubre han propiciado una temporada de setas que se puede calificar de media a buena. Han abundado los champiñones (el Campestris y el Arvensis), las setas de cardo y las de chopo, etc. Esperemos que el tiempo nos permita alguna que otra salida más en la próxima quincena.

El último guiso disfrutado en familia fue espectacular. Parece mentira que tres componentes mayores y una hechura rápida y sencilla, permitan elaborar un plato tan exquisito.
En un perol mediano se sofríen en aceite de oliva virgen extra hasta pocharlas bien, dos cebollas medianas cortadas en tiras largas. Cuando ya están casi, se añaden los dientes de ajo triturados. Seguidamente se incorporan las patatas bien cachadas en trozos medianos y se rehogan junto a la cebolla y el ajo. A continuación se incorporan las setas limpias (las de chopo no las lavo, las limpio con una servilleta de papel), cortadas en tiras. Se cubre de agua. Salpimentar. Cuando empieza a hervir y la patata esta casi apunto, se ponen las almejas, que una vez abiertas indican que el guisote está listo. Buen provecho.

domingo, 2 de noviembre de 2008

Cedena + Sainetes = Risa


Prologar cinco nuevas entregas de José Cedena, Pepe Utiquio, agrupadas en “Cedena + Sainetes = Risa”, algunas tan evidentes como “La cotilla cotilleada” o “El oculista de la vista” o con rotundas preguntas filosóficas como la que se plantea en “¿Por qué mean de dos en dos?” o sobre las aptitudes adivinatorias del Florentino o el peligro latente en “El asesino anda suelto”, no es nada fácil, y más cuando en poco espacio y menos tiempo, ya se ha dicho casi todo del autor y de sus esencias. Y digo “casi todo”, porque el muy cabroncete, sabiendo que todavía se puede estrujar un poco más la cáscara del limón, va, me llama estando yo tan ricamente de vacaciones, me suelta la píldora y me dice que rapidito.
Que vas a decirle en ese momento…, pues tontás y paponás…, que muchas gracias por haberse acordado de ti, que es un honor, que de acuerdo, que otra vez gracias. Todo mentira y farsa. Y él seguramente, al otro lado, desternillándose y con esa cara que pone a veces de no haber roto nunca un plato. Al aceptar, piensas, te has caído con todo el equipo. Pero no, no es así, le vas a aplicar al asunto un poco de su misma medecina: disparar a la línea de flotación y hacer el gamberro.

Pepe Cedena, malpiqueño de pro donde los haya, sagaz observador de la realidad diaria desde su escaño, tan conocido en los medios como las famosas bodegas y el marqués de marras, aparte de ganarse las habichuelas dignamente como buen currito, ser padre de familia, aficionado al culto a la mente además del cuerpo, actor y director teatral, se nos desparramó hace escasos años en una faceta desconocida –aquí el hábito sí hace al monje-, como autor de sainetes y entremeses, todo un maestro albañil de este subgénero teatral costumbrista, popular y jocoso.

Pepe siempre ha sido un bromista tímido, tanto y tan recatado que sólo acostumbra gastarlas el día de los Santos Inocentes. ¡Vaya pájaro! Seguramente de haber echado más cara a la vida, este cincuentón de oro tendría calle a su nombre en el pueblo. A pesar de su novelería ya es un viejo zorro en estos menesteres de la creación literaria y la farándula. No nos la pega. Sentadito en una esquina intenta pasar desapercibido. Sus formas y maneras le delatan. La cosa se le va por los poros, rezuma como fruta madura: el entrecejo cejijunto, la boina bien calada, la camisa hasta el último botón, los pantalones pescadores reatados por bajo el sobaquillo, las albarcas…, y ese gesto entre pícaro y resabiao del que ya está de vuelta de todo.

La contumaz dedicación del autor a este género teatral en desuso, es una apuesta personal que hasta la fecha le ha supuesto a Cedena, ser el único comediante español con obras de esta naturaleza publicadas en los últimos años, éxito editorial en ventas y amplio reconocimiento por su labor a favor de la difusión y el entretenimiento cultural. La recompensa de José Cedena ha sido traer a nuestros días a autores algunos caducos, otros quizás olvidados, como Ramón de la Cruz, Carlos Arniches, los hermanos Álvarez Quintero… Los actualiza manteniendo sus señas de identidad: una temática basada en las costumbres; un lenguaje popular con matices locales; la búsqueda de la risa, en ocasiones fácil, y otras inteligente; personajes absurdos, toscos, caricaturescos…

El envite de Pepe es arriesgado, limpio y sincero. La risa es su baza más importante, su propuesta de terapia muscular, sicológica, respiratoria y circulatoria. Espero que esa alegría de vivir, ese deseo de felicidad por encima de cualquier cosa, no nos oculte una visión idealizada del mundo que vivimos.

JOSÉ CEDENA