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lunes, 7 de enero de 2008

Neutropenia


Los neutrófilos en la sangre son el principal sistema de defensa celular del cuerpo contra las bacterias y los hongos, contribuyendo a curar las heridas. Se denomina neutropenia al número anormalmente bajo de ellos.
Los neutrófilos se forman y maduran a partir de células madre en la médula ósea, convirtiéndose en uno de los cinco tipos principales de glóbulos blancos (leucocitos): neutrófilos, linfocitos, monocitos, eosinófilos y basófilos. Una persona produce aproximadamente 100.000 millones de glóbulos blancos al día. Entran en el flujo sanguíneo, buscando organismos infecciosos y otros intrusos. Cuando los encuentran, emigran hacia los tejidos, se adhieren a ellos y producen sustancias tóxicas que matan y digieren estos organismos. Esta reacción puede dañar el tejido sano que está alrededor del área de la infección. El proceso completo produce una respuesta inflamatoria en el área infectada, que se manifiesta en la superficie del organismo como enrojecimiento, hinchazón y calor.
La cantidad de glóbulos blancos en un volumen de sangre dado se determina automáticamente gracias a un instrumento computadorizado de recuento de células. Estos instrumentos proporcionan el recuento total de glóbulos blancos, expresado en células por microlitro de sangre, así como la proporción de cada uno de los cinco tipos principales de glóbulos blancos. El total de glóbulos blancos normalmente oscila entre 4.000 y 10.000 por microlitro.
Cantidades elevadas o muy bajas de glóbulos blancos indican trastornos. La leucopenia, una disminución de la cantidad de glóbulos blancos por debajo de los 4.000 por microlitro, puede hacer que una persona tenga mayor tendencia a las infecciones.
Ya que los glóbulos blancos representan generalmente más del 70 por ciento de los neutrófilos, una disminución en la cantidad de ellos significa habitualmente que existe una disminución en el número total de neutrófilos. Cuando la cantidad de neutrófilos cae por debajo de 1.000 por microlitro, se incrementa en cierta medida el riesgo de infección, y cuando cae por debajo de los 500 por microlitro, el riesgo de infección aumenta notablemente. Sin la defensa fundamental que constituyen los neutrófilos, cualquier infección puede llegar a ser mortal.

En mi caso las dos crisis neutropénicas padecidas durante el tratamiento de la enfermedad han sido debidas, por un lado, a la quimio contra el linfoma y a la medicación de la hepatitis.
Una vez que ya he pasado la quinta sesión, que me encuentro ahora en los días eufóricos posteriores al tratamiento, y a punto de entrar en el bajón postciclo, deberé estar muy pendiente a una posible caída de las defensas. Sé que a medida que me acerco al final de los ciclos de la quimio -inicialmente sólo queda el último de esta primera batalla-, las defensas están muy debilitadas, y el organismo cada vez tiene más dificultades para recuperarlas a pesar de los fármacos.
Espero que en los próximos días el tratamiento a base de inyecciones para movilizar células madre de la médula ósea a la sangre –que tolero con dificultades-, no sea muy devastador, y que me permita mantener una actividad vital razonable. Estoy deseando acabar con esto, recuperar la salud y volver a la normalidad, aunque me quedan todavía algunos meses difíciles, que estoy seguro solventaré bien, como lo he hecho hasta ahora.
Para saber más sobre la composición de la sangre