Nunca discutas con un imbécil, te hará descender a su nivel y allí te ganará por experiencia

Si vienes con un problema y no traes la solución, tu eres parte del problema

sábado, 6 de diciembre de 2008

La treinteañera


Hoy es el aniversario de la treinteañera y seguramente todos los profesionales de la política han hablado del importante hito que se alcanzó un 6 de diciembre de 1978, cuando fue aprobada mediante referéndum, la real Constitución española, tras una ardua negociación de todas las fuerzas políticas y sesudas reflexiones de sus progenitores.

Yo por aquel entonces era algo rebelde, protestón, contestatario y no la voté, me abstuve dignamente y con argumentos a favor de esa posición: no se cumplían a mi juicio y para el de otra mucha gente que hizo lo mismo, las debidas condiciones de limpieza, democracia, libertad y participación para tal consulta. Hacía mucha pupa y sigue haciéndola, la ausencia de depuración en instituciones relevantes del poder como las fuerzas y cuerpos de seguridad, la judicatura, etc., pero sobre todo, que al pueblo soberano no se nos consultara algo elemental cómo es la forma de gobierno que queríamos. Tuvimos que tragar con la monarquía borbónica y seguimos bajo esa lacra infame, retrograda y parásita de la historia.

Hoy, en el modesto acto institucional que se ha celebrado en el pueblo, y al que por cierto, ha acudido muy poca gente, lo que prueba la escasa importancia que se le da a la que llaman la ley de leyes, he sentido vergüenza y humillación, tristeza de vivir en una sociedad tan desarmada ideológicamente, tan falta de valores, tan ignorante, tan insolidaria…

El alcalducho que tenemos, que tras años de experiencia sigue intentando practicar lo políticamente correcto sin conseguirlo, ha leído balbuceante unas breves notas sobre la efeméride, y ha patinado solemnemente. Conclusión y mensaje principal: la Constitución hay que reformarla… pero ¿para qué?, para evitar que en el País Vasco lleguen a las alcaldías terroristas. ¡Ese sapo no me lo trago! Que un usurpador del ideario de Pablo Iglesias y otros insignes socialistas, tenga el valor y la osadía de querernos llevar a esa simple y única conclusión, prueba su bajeza moral, su falta de principios y la total ausencia de autocrítica y miras. No ha sido idea suya el mensaje, sino dictado de las altas esferas, lo que aún es peor y más helador.

Los niños de la escuela que han leído diferentes artículos de la Carta Magna sí han sabido estar a la altura de las circunstancias, la representante de la asociación de mujeres que ha hablado de la igualdad de oportunidades ha estado correcta. Pero que este pedazo de cacique que tenemos como máxima autoridad municipal, con la que está cayendo, no haya sido capaz de hacer una reflexión, por ejemplo, sobre el derecho al trabajo, sobre el acceso a la vivienda por parte de los jóvenes, sobre la plena protección de la salud, sobre la necesidad del progreso social y económico, sobre la distribución equitativa de la renta, sobre la protección a la tercera edad, se olvida de lo importante en estos momentos, trata de desviar la atención hacía otros problemas no por ello críticos y oculta que esta ley de leyes, Carta Magna o Constitución, simple y llanamente no se cumple.

Los años de hambre y calamidades han quedado grabados, para muchos de nuestros mayores, a sangre y fuego. Años después de este gris período de nuestra reciente historia algunos comportamientos angustiosos y mezquinos, que se producían no hace muchos años, con motivo de alguna celebración con refresco, en la que los que asistían si no podían comérselo todo, se llenaban los bolsillos con tostones y lo que pillaran, siguen perviviendo en nuestros días. La máxima exponente de ello hoy ha sido una de sus votantes, que tras llegar al final del acto con ganas de llenar la tripa, ha preguntado: ¿y esto de que va?