Nunca discutas con un imbécil, te hará descender a su nivel y allí te ganará por experiencia

Si vienes con un problema y no traes la solución, tu eres parte del problema

domingo, 18 de enero de 2009

Hasta San Antón, Pascuas son


El 17 de enero muchos pueblos celebran San Antonio Abad, popularmente conocido como San Antón, día en cuyo aniversario se bendecía a los animales mascota y domésticos, cosa que aún se hace. San Antón es representado en la iconografía popular, precisamente, como un viejo con larga barba blanca, apoyado en un bastón, una esquila atada y con uno o más gorrinos a los pies.

San Antón –dice la fábula- fue aparte de tutor de bestias, protector de otras muchas actividades ya desaparecidas o casi, como los guanteros, tejedores, esquiladores, carniceros y tocineros, cesteros…

Según el sabio refranero para San Antón media hora hay más de sol o la niebla no pasa de las dos o por San Antón, la gallina pon.

Nunca lo habíamos celebrado, pero este fin de semana, aprovechando la invitación de unos amigos, nos hemos ido hasta el cercano pueblo de Gálvez, que dicen es junto a Consuegra, también en la provincia de Toledo, los que festejan con mayor intensidad y participación popular esta tradición.

Llegar al pueblo y encontrarte lumbres en la calle por doquier, en torno a las que se reúnen grupos de personas, ya es de por sí una estampa curiosa. La gente aprovecha ese día para quemar en las hogueras lo viejo, para reunirse con los amigos, familia y vecinos de la calle o del barrio en alegre charla y fiesta, pero sobre todo para degustar la rica gastronomía, la de siempre, la de la zona o la asimilada de otras.

El recibimiento no pudo ser mejor: asadura guisada y callos de aperitivo. Después un rotundo arroz caldoso con liebre que competía con una monumental paella y de remate, puches, flan de huevo y café de puchero. Todo un lujo. Luego a la tarde, de merienda, parrillada de chuletas, chorizo, panceta, chistorra o lo que se tercie. Y más tarde, la cena para otros, nosotros ya no podemos. Que por comer y llenar la andorga no sea.

En las lumbres y hogueras levantadas en calles, plazas y esquinas, el fuego crepita, la madera seca y vieja se consume, el fuego –dice el culto popular-, purifica y cura. En muchos sitios se cantan viejas canciones como la de que en la lumbre de San Antón, que salga la vieja del rincón, para que los ancianos se guarezcan del frío invernal en el calor del fuego. A lo lejos se oye la coplilla de Antón, Antón, Antón pirulero/ cada cual/ cada cual/ aprenda su juego/ y el que no lo aprenda/ pagará una prenda.

El día se acaba y nosotros volvemos al pueblo, donde a la vuelta de la esquina estamos también de fiesta.