Nunca discutas con un imbécil, te hará descender a su nivel y allí te ganará por experiencia

Si vienes con un problema y no traes la solución, tu eres parte del problema

sábado, 21 de febrero de 2009

¿Derechos sociales?


Las cosas últimamente en el ámbito personal se suceden con una rapidez endiablada. Cuando percibes que te has equivocado, ya la has cagado, ya no hay vuelta atrás. Sólo te queda esperar la reacción de los demás a tu acción descaminada en forma de abierta discrepancia, que la más de las veces es inmediata, o si no prepárate, en pocos días te llega por escrito, en forma de llamada telefónica o por correo electrónico. En esos momentos y, dependiendo del asunto, te mantienes tozudamente en tus trece o rectificas y corriges rumbo, no hay más alternativas.

No sólo estás así tu, la mayor parte de la gente está al zape. Esto está bien, demuestra que estamos despiertos, expectantes a los acontecimientos y funcionamiento de la maquinaria vital, que aún no nos dejamos despistar mucho por alharacas y sones montados a propósito para atraer nuestra atención y alejarnos de la cruda realidad.

En esto estoy en las últimas semanas. Me he relajado, he bajado la guardia y, como ramplonamente se dice, me la han colocado. Pero además muy bien empatada. ¿Equivocación o despiste? De la combinación de ambas es el yerro. La cosa tiene no obstante su miga. ¿Dónde está el llamado Estado del bienestar, los derechos de los ciudadanos, la protección social de los trabajadores? ¡Al carajo, en la mierda!

El Estado está en quiebra técnica, en crisis. La ingente y vergonzosa inyección de fondos a la banca para salvar este vil sistema la estamos pagamos y pagaremos los de siempre, los de abajo, los trabajadores, los que no hemos ocasionado este monumental desbarajuste. Y ya estamos en ello. En mi caso, una nimiedad en comparación a la tragedia colectiva que están viviendo millones de familias, ya he empezado a pagar.

Me llegó ayer por correo certificado con acuse de recibo y viene a decir que una vez agotado el período de incapacidad laboral de dieciocho meses incluida prórroga y a la luz del “nuevo reconocimiento médico” (mentira y de las gordas, porque no ha existido), a través del cual se evalúa, califica y revisa la situación, se ha resuelto que procede emitir el alta médica.

Sin haber recuperado plenamente la salud, sin estar en posesión de todas las facultades vitales, el sistema social – el INSS-, me dice, sin más, que tengo que volver al trabajo. Sólo encuentro explicaciones preocupantes: abuso de poder, negligencia y burocracia, y algo que me cuesta creer, pero que cada vez es más indiscutible, el Estado recorta gastos a costa de los contribuyentes y de los derechos sociales.

Afortunadamente la mejoría que he tenido, hasta en el daño que el mismo tratamiento quimioterápico me produjo, me ha permitido también recuperar las ganas de vivir, de luchar, de no callarme ante las injusticias, de pelear por lo que creo justo y de dar la murga. Algunas personas a mí alrededor se inquietan ante esta actitud en la que no cejaré: ante la absoluta y compleja crisis que vivimos no hay otra solución que luchar.