Nunca discutas con un imbécil, te hará descender a su nivel y allí te ganará por experiencia

Si vienes con un problema y no traes la solución, tu eres parte del problema

sábado, 23 de mayo de 2009

Hace un año


Hace aproximadamente un año celebraba mi onomástica ingresado en el hospital. Ha pasado ya uno entero, pero no ha sido uno más que se suele decir. Ha quedado atrás uno complicado, de lucha, de incertidumbres, de cambios y novedades, de luces y sombras…

Hoy las cosas son muy diferentes a entonces y se han abierto nuevas perspectivas. Esta experiencia vivida me ha cambiado la vida, nos ha cambiado a todos los cercanos… a mejor, aunque los tiempos pintan bastos y decir esto en estos momentos pueda resultar una chulería.

Somos mejores, hemos enriquecido personalmente. Tesón, apoyo, colaboración solidaria…, son actitudes que nos han aportado una nueva dimensión a las relaciones humanas y familiares, que han permitido mejorar un poco esta existencia sometida a continuos vaivenes y sobresaltos, a intermitentes alegrías salpicadas de algún que otro disgusto, a acontecimientos ajenos que no queremos oír ni que sucedan: “el hijo de fulanita y menganito ha tenido esta mañana un accidente de moto y está muy grave”.

Nos persigue siempre el riesgo del error y del accidente que mancha y tiñe de rojo los tranquilos y apacibles días deseados. ¿Tiene que ser así? ¿Siempre ha sido de esta manera?

Oigo en la radio una entrevista con una responsable de la Asociación Española de Afectados por Linfomas (AEAL), desconocía su existencia. Me capta la atención una palabra mágica: remisión, y el proyecto que pretenden desarrollar para ayudar a los pacientes y familiares a volver a la normalidad una vez que han terminado los tratamientos.

Lo he estado haciendo sin ayuda externa, sólo con la gente de rededor. Hace tiempo que me lo dijeron: “Está Vd. en remisión”. Me lo han vuelto a repetir no hace mucho: “Sigue Vd. en remisión”. La remisión de la enfermedad en términos médicos significa que las pruebas de control no detectan su presencia. Pero ¿por cuánto tiempo? Son muchas las preguntas que te surgen después de un largo período de lucha, de tratamiento y de sus malignas secuelas. ¿Cómo volver a la normalidad de la vida o a la vida normal si existe?; al trabajo ¿desempeñaré de igual forma las funciones que realizaba?

Afortunadamente no he anticipado respuestas a la espera de analizar la experiencia de la progresiva vuelta. Aún sabiendo las limitaciones existentes y que nunca alcanzaré la “normalidad” y “el pleno desempeño laboral” anterior, debo pensar en positivo.

Dicen los expertos que este tipo de reacciones son normales después de haber pasado por una dura experiencia como el cáncer, su tratamiento y, en mi caso, las secuelas cardiaca y neurológica. También que es normal que el proceso de ataque de la enfermedad genere emociones como el miedo, la incertidumbre, la ansiedad, la tristeza, junto a los efectos físicos de las terapias.

Durante la enfermedad y los tratamientos los enfermos ponemos en marcha todos nuestros recursos. Cuando se consiguen superar estos procesos, por lo general, pensamos en la experiencia vivida y sentimos miedo, miedo de lo pasado e incertidumbre de lo que nos deparará el futuro.

Es importante entonces recuperar el equilibrio emocional si se ha perdido o está deteriorado. Me aconsejan que exprese en voz alta mis sentimientos y pregunte todo aquello que me preocupa.

Las fuerzas después de un continuo y sorprendente período de recuperación empiezan a flaquear. La fatiga vuelve a hacer acto de presencia. Creo que tanto física como mentalmente necesito un período de adaptación más dilatado que las exigentes normas laborales oficiales y yo mismo hemos acortado. Necesito más tiempo pero no estoy dispuesto a renunciar a los pasos dados ya en materia de reincorporación laboral. Me ha picado el gusanillo.

¿Pero realmente lo que quiero es volver a la rutina perdida o aprovechar para iniciar y disfrutar de otro tipo de vida más responsable y saludable? Me quedo con lo último.


La vida es bella


Disfrútala mientras puedas, algunos consejos para mejorar

· Camina de 10 a 30 minutos todos los días. Sonríe.
· Siéntate en silencio por lo menos 10 minutos cada día. Enciérrate si es necesario.
· Escucha buena música todos los días, es un auténtico alimento para el espíritu.
· Al despertar en la mañana proponte una meta.
· Vive con las tres es: Energía, entusiasmo y empatía.
· Juega más juegos y lee más libros que el año pasado.
· Mira al cielo al menos una vez al día, date cuenta de la majestuosidad del mundo que te rodea.
· Sueña más mientras estás despierto.
· Come alimentos naturales, pequeñas bayas, frutos secos, té verde, mucha agua y una copa de vino al día (asegúrate de brindar con ella por algo hermoso y, a ser posible, hazlo en compañía de tus seres queridos).
· Trata de hacer reír a por lo menos tres personas cada día.
· Elimina el desorden de tus cosas.
· No gastes tu tiempo en chismes, cosas del pasado, pensamientos negativos…, invierte tu energía en lo positivo del presente.
· Date cuenta que la vida es una escuela y tú estás en ella para aprender. Los problemas que van y vienen son lecciones. Lo que aprendes de ellos es para toda la vida.
· Desayuna como rey, come como príncipe y cena como mendigo.
· No dejes pasar la oportunidad de abrazar a quien aprecias.
· La vida es muy corta como para desperdiciar el tiempo odiando a alguien.
· No te tomes a ti mismo tan en serio. Nadie más lo hace.
· No tienes que ganar cada discusión. Acepta que no estas de acuerdo y aprende del otro.
· Ponte en paz con tu pasado, así no arruinará tu presente.
· No compares tu vida con la de otros. No tienes idea del camino que ellos han andado en ella.
· Nadie está a cargo de tu felicidad excepto tu mismo.
· Recuerda que tú no tienes el control de todo lo que te sucede, pero sí de lo que haces con ello.
· Aprende algo nuevo cada día.
· Lo que la demás gente piense de ti no es de tu incumbencia.
· Aprecia tu cuerpo y disfrútalo.
· No importa que tan buena o mala sea la situación, ésta cambiará.
· Tu trabajo no se ocupará de ti cuando estés enfermo. Tus amigos sí lo harán. Mantente en contacto con ellos.
· Desecha cualquier cosa que no sea útil, bonita o divertida.
· La envidia es una pérdida de tiempo. Tú ya tienes todo lo que necesitas.
· Lo mejor está aún por venir.
· No importa cómo te sientas, levántate, vístete y asiste.
· Ten sexo siempre con plenitud de tu ser.
· Llama a tus familiares con frecuencia y mándales correos diciéndoles: ¡Hoy, estoy pensando en vosotros!
· Cada día al final de él, repasa lo hecho y felicítate por lo conseguido.
· Disfruta del viaje. Sólo tienes una oportunidad, sácale el mayor provecho.