Nunca discutas con un imbécil, te hará descender a su nivel y allí te ganará por experiencia

Si vienes con un problema y no traes la solución, tu eres parte del problema

martes, 3 de noviembre de 2009

Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo



Frase atribuida a Arquímedes a quien también se debe la primera formulación matemática del principio de la palanca.

Empiezo así a cuento de la escapada de la semana pasada a la comarca del Ese y Entrecabos, la renombrada comarca Vaqueira asturiana, con motivo de un viaje de estudios sobre la iniciativa de la marca de calidad territorial, a la que se han dedicado hasta la fecha fondos europeos para el mal llamado desarrollo rural.

El último día, dentro de las visitas programadas y como quien no quiere la cosa, tocaba la pequeña y cuidada parroquia de Tuña, donde nos reciben representantes de asociaciones vecinales con los cuáles recorrimos sus calles y rincones. Nos cuentan retazos de la preñada historia del lugar: el puente medieval enlace de caminos, las explotaciones auríferas romanas, las casonas y palacios nobiliarios, los ilustres personajes nacidos en ella. Nos detenemos ante la casa natal del general Rafael del Riego Flórez, en la que una placa del municipio de Tineo del año 1923, recuerda que el militar y político proclamó en 1820 en Cabezas de San Juan (Sevilla) la Constitución de 1812, y que por ello, por sus ideas, fue perseguido, condenado a muerte y ahorcado en Madrid el 7 de noviembre de 1823.

Tuña es uno de esos pueblos asturianos a los que la Fundación Príncipe de Asturias anualmente concede el galardón Premio al Pueblo Ejemplar. Tuña lo recibió en el año 2000. Por un agujerito me hubiera gustado poder ver el evento y la parafernalia del momento, y cómo el heredero, en el acto de entrega del galardón, rememoraba la obra, vida y acción de Rafael del Riego, que su antepasado el Borbón Fernando VII mando al patíbulo.

Hay que tener cara y tragarse tamaño sapo como el que yo soñé ayer, que tenía huesos en lugar de cartílagos. Han pasado casi ciento ochenta años, y en un movimiento circense, en lo que el escribiente de discursos principescos llama el juicio postrero, se apela a la perspectiva histórica, y así, por arte de birbiloque, se recupera el nombre y la memoria de un hombre justo, de progreso y libertad, que buscaba el bien común, frente a la sinrazón y el absolutismo monárquico. Borriquito, borriquito, pero amiguito a la linde.

No te hacía falta ese viaje y esas alforjas ya que tu antepasada, la reina regente María Cristina, una década después del asesinato, había firmado un decreto en el que reponía al general su buen nombre, fama y memoria. El resto de lo dicho, bonitas palabras e intenciones, como que las grandes obras son siempre fruto de la unión de esfuerzos; que el desarrollo de las comunidades se basa en amplios acuerdos; que el progreso debe construirse a partir de muchas pequeñas aportaciones e iniciativas; la necesidad de conservar la riqueza de nuestros bosques milenarios, que estamos obligados a entregar íntegros a nuestros descendientes, etc., lo puede firmar desde el Papa hasta Lenin.

Siguiendo el principio de Arquímedes es en esas generalidades y lugares comunes en las que la monarquía hace palanca para mejorar su imagen y allanar el camino continuista de poder.
En paralelo, la pequeña comunidad asturiana de Tuña, apoyándose en sus riquísimos recursos naturales, en la singularidad de costumbres y tradiciones, en esa paz, tranquilidad y colaboración vecinal que se respira en cada rincón, quiere hacer valer su ruralidad, mover su mundo, antaño cruce de caminos, hoy situado en medio de la nada y de todo.