Garisenda y Asinelli, las dos torres de Bolonia
El comandante del Boeing 737-800
informa que volamos a 11.300 metros de altura. Que desde la salida de Bolonia
hemos viajado en la diagonal de Parma, Torino, Marsella y Barcelona. Ahora
comienza el descenso sobre Madrid, donde llueve y hay 16º C, y llegaremos en
aproximadamente treinta minutos. Llueve por fin, han llegado las primeras
lluvias con el inicio del otoño. Las necesitábamos para suavizar la sequedad
existente, y deberán continuar para recargar una Naturaleza extremadamente
castigada en los últimos meses en los que no ha habido precipitaciones. Luego
en tierra, la radio informa del desastre ese día en algunos puntos del Levante
por la gota fría, las muertes habidas y los daños causados.
Vuelvo de un viaje de dos días a
Cesena y Bolonia, en el norte de Italia, del lado del mar Adriático. Uno de
esos viajes que no sé aprovechar, ya que siempre los hago ajustados al
calendario de trabajo o reuniones a las que acudo, y que si me los montara
bien, podrían también servir para disfrutar y hacer algo de turismo. En este
último año ya me ha pasado en dos ocasiones con motivo de otro viaje a Italia y
otro a Francia. No aprendo.
Bolonia es la capital de la
región de la Emilia-Romaña, ciudad antiquísima con el segundo casco medieval
más antiguo de Europa después del de Venecia. Su Universidad fundada en el año
1088 es la más antigua de Occidente. Además ha sido cuna de un importante
movimiento obrero, jugando también sus partisanos un notable papel en la lucha
contra el fascismo durante la II Guerra Mundial. Primer nudo italiano de
comunicaciones por carretera y ferrocarril, cuya estación es la primera de
Europa por tránsito de pasajeros, y tristemente famosa por el atentado
neofascista ocurrido el 2 de agosto de 1980 en el que murieron y resultaron
heridas muchas personas.
Me viene a la memoria el
comentario de hace unos días en el que alguien decía que el adjetivo bolo con
el que se llama a los de Toledo procede de Bolonia, situando el origen del
término en el siglo XIV, época
en la que el arzobispo de Toledo Gil Álvarez de Albornoz fundó el Real
Colegio Mayor de San Clemente de los Españoles en
la
ciudad italiana. Parece
ser que fueron muchos los toledanos que cursaron allí sus estudios. A la
vuelta, licenciados de Bolonia, se les empezó a llamar bolos. No está demostrada
esta versión, como tampoco ninguna de las otras que circulan, como la
abjuración pública del arrianismo del rey Recaredo (“Ego
volo” = “sí, quiero”), y así abrazar la religión católica. Ni
tampoco las de las bolas de acero de las fundiciones vascas de las que se
surtía la industria armera de Toledo, que eran denominadas “bolos”. O su
procedencia de los cantos rodados del río Tajo…
Los italianos con los que he
podido tratar estos días son gentes afables, amigables, abiertas y dispuestas a
ayudar y explicar las cosas. Es una pena que el país tenga ahora de primer
ministro a una persona como Monti, que dice estar dispuesto a continuar en la
labor de reformas e implantación de medidas de austeridad para las que se le
designó, pero siempre y cuando no tenga que pasar por las urnas. Esto es
inconcebible en una democracia.
Un caso similar de erosión del
sistema democrático nos está empezando a pasar en Castilla-La Mancha, con la
señora (de) Cospedal, la bien pagá,
que sigue cobrando tres sueldos: como secretaria general de su partido,
diputada y presidenta regional. Y ahora se atreve, en un alarde de cinismo y
populismo barato, a proclamar la eliminación de los sueldos de los diputados
regionales y su reducción en número a la mitad. Que puedo decir de una persona
que hace unos días comparaba la manifestación del 25-S con el golpe militar de
Tejero y se quedaba tan pancha. Eso sí, se rodea de asesores nombrados a dedo,
que duplican en un ejercicio el gasto en este concepto de los presupuestos regionales.
La señora de la peineta quiere
alejar del pueblo la política y las decisiones que afectan a su presente y
futuro, para dejarlas en manos de los patronos y pudientes. Con este sistema ¿quién
podrá ser diputado o diputada? La respuesta, los más ricos, profesionales de la
élite económica que se lo puedan permitir, sean útiles a determinados intereses
a los que servirán, y solo si son de alguno de los grandes partidos, para el resto
de la gente, la gran mayoría, ¡dejármelo a mí, que ya me ocupo yo! Todo atado y
bien atado, como en tiempos del dictador.