Nunca discutas con un imbécil, te hará descender a su nivel y allí te ganará por experiencia

Si vienes con un problema y no traes la solución, tu eres parte del problema

domingo, 30 de junio de 2013

Diario del estío (III)





Mijaíl Koltsov (i) y el militar republicano Enrique Líster (d)

Uno de los nuestros
Entre el año 1936 y 1937 en el pueblo no vivía un alma, la población estaba en las labranzas. La línea divisoria entre el frente nacional y el republicano era el río Tajo. La margen derecha estaba ocupada por los golpistas sublevados, que aprovechaban el cerro del castillo de Villalba, para disparar de vez en cuando sobre el pueblo artillería pesada, de ahí el éxodo a las labranzas. El ayuntamiento estaba en Casa de Vacas, camino de San Martín.
Luis tenía entonces 16 años, vivía con su familia en la Coscoja. Un día, sin avisar a los suyos, y en compañía de otro compañero, y atendiendo la llamada de las Juventudes Socialista Unificadas, se escapa para ingresar como soldado voluntario del Ejército Popular republicano. Hacen el camino de noche a pie hasta Los Navalmorales, donde llegan de madrugada. De allí pasan a Mora, donde estaba el centro de alistamiento.
Les ponen pegas por no llevar autorización paterna. Pasan luego a Orgaz donde reciben adiestramiento militar, principalmente manejo de armas. Tras meses de instrucción son trasladados al frente de Córdoba en Pozoblanco. Parten en ferrocarril desde la estación de Urda. Durante el viaje y ya pasado Despeñaperros, les acosan dos Junkers alemanes, que sobrevuelan insistentemente el convoy, que también transporta civiles. Ante un eminente ataque el tren se detiene, y los pasajeros se refugian bajo olivares y encinares limítrofes, desde donde presencian cómo los aviones sueltan algunas bombas que no alcanzan el objetivo, pero que impresionan por la violencia y estruendo de las explosiones, que provocan enormes socavones, nubes de tierra, polvo y metralla, que impacta sobre algunos vagones, no causando bajas humanas, pues los viajeros están resguardados a distancia.
Entra por primera vez en batalla en Pozoblanco (6-16 abril 1937) donde maneja un fusil ametrallador ruso, forma parte la 86 Brigada española, 63 División, 8º Cuerpo del Ejército Popular, 3er. Batallón, 3ª Compañía. Relata las numerosísimas bajas que sufren las fuerzas moras y regulares al mando del general fascista Queipo de Llano. Tras la batalla, durante días y días no paran de recoger cadáveres y quemar en piras cuerpos. Recuerda el brillo en la noche de los sables que portan las caballerías moras. De cómo estas avanzan con los jinetes recostados para no ser vistos, y que incorporan sus cuerpos al toque de la trompeta. Aún así caen como moscas.
Participa en la contienda en Andalucía y Extremadura.  El 1 de abril de 1939 le comunican que tiene dos alternativas: o entregarse a los ganadores o tirarse al monte. Elije la primera, y sorprendentemente, a pesar de haber sido voluntario, y tras una serie de casualidades y sucesos rocambolescos, salva el pellejo y consigue regresar de Villanueva de Córdoba a Malpica, donde se presenta al jefe de la Falange. Entre los años 1941-1945 es obligado a incorporase a las filas del ejército de Franco. Pasa este período en Mahón y Madrid.
A pesar de su avanzada edad, mantiene la mente despejada y recuerda, recuerda…, aunque hay cosas que ha ido olvidando. Le enseñé las fotografías de Robert Capa sobre la Guerra Civil Española, que miró y remiró pausadamente buscándose en una mirada, un gesto, un uniforme, un puente, un fusil… Esto me sirve para recordar que tengo que devolver el libro de memorias de Enrique Lister que me dejó.