La bicha tricéfala
Anoche se me
apareció en sueños la bicha. Menudo susto me metió. Un escalofrío me recorrió
el cuerpo cuando vi las tres pequeñas cabezas con sus rostros deformes que se acercaban,
riéndose. Como no podía apartarme, pegué
un sonoro grito que me despertó, y que a esas horas, se oyó en toda la
vecindad. Esto me pasa por hacer el payaso y meterme en camisa de once varas.
Unas pocas horas antes había tenido una conversación con un personaje, y el
contenido de lo hablado y su interiorización, fueron el origen de la inmunda
pesadilla. Se supone que me creí hasta la médula el embuste que me echó, y casi
piqué, pero luego, unos cuantos temblores y convulsiones, y todo fuera.
Ya tenemos
nuevo alcalde. Le voy a llamar el efímero, porque va a durar menos que un
caramelo en la puerta de un colegio, no va a tener tiempo de disfrutar de la
poltrona, y seguramente, a la vuelta del verano, tenga sobre la mesa una moción
de censura. Ya veremos.
Ha sido
curioso el despliegue de sus correligionarios que han acudido a la cita en
apoyo. Hasta dos patrullas de picoletos. En sus breves palabras de salutación ha
dicho que no estaba seguro de la elección. ¡Ja, que vaya con ese cuento a otro!
Se ha puesto a disposición de los vecinos y vecinas, y ha avisado que no
esperemos milagros, evidente si viene de un socialista consecuente, cosa que él
no es, que se rige más por el interés crematístico en sus movimientos y
actuaciones. Seguramente es uno de los mayores proveedores del ayuntamiento, y
como es algo tan habitual, hasta esta anomalía ya parece hasta normal.
Prueba de
que todo ha sido un camelo, y a pesar de la expectación que ha habido estos
días, es que el público asistente al pleno tampoco ha exteriorizado sus sentimientos,
y muchos, entre otros yo, hemos vivido el trámite como una pantomima más.