Nunca discutas con un imbécil, te hará descender a su nivel y allí te ganará por experiencia

Si vienes con un problema y no traes la solución, tu eres parte del problema

lunes, 12 de agosto de 2013

Diario del estío (XLIII)




Hospitales
Los hospitales están llenos de gente variopinta, así como somos. Personas que acuden a ellos a realizarse todo tipo de pruebas diagnosticas, consultas, etc., para determinar su estado de salud, dolencias o comprobar la evolución y efecto de un tratamiento o terapia.
Este sistema universal que funciona desde hace tiempo y que ha permitido atender a millones de seres que en algún momento de su vida han necesitado atención médica, está ahora en grave peligro de continuidad y riesgo, por los recortes económicos y privatizaciones que se están produciendo en el sistema de salud pública.
A los que de esta forma opinamos, nos acusan de que pleiteamos cantidad, que está en contradicción con los recursos limitados disponibles en tiempos de crisis. Pero eso no es así. Lo que demandamos muchos usuarios es calidad, una condición que disminuye a pasos agigantados a medida que se eliminan puestos de trabajo, se cierran servicios en hospitales, se recortan prestaciones… De no invertirse la tendencia actual perderemos para siempre unos niveles de bienestar social y atención jamás conocidos en nuestra sociedad, y estaremos abocados a que solo accedan a esos servicios, los que dispongan de medios económicos para costeárselos.
En términos absolutos es una tragedia la que tenemos encima, comparable a la que sufrimos todos los años con los incendios forestales que arrasan, por falta de limpieza, cuidado de los montes y acción de pirómanos, muchísimas hectáreas; o la exclusión social que padecen un número creciente de personas; o el paro y la falta de futuro para nuestros jóvenes; o la pérdida de valores fundamentales en nuestra sociedad; o la inestabilidad y crisis de confianza de una gran parte de los ciudadanos hacia las instituciones democráticas…
Todo ello nos está llevando a un callejón sin salida, a un futuro sin futuro, a la incredulidad absoluta en todo lo que somos y nos rodea. El sistema ha fracasado estrepitosamente y no tiene regeneración posible.
Un niño juega en la sala de espera de radiología pediátrica del hospital. Para que se entretenga le han sacado una caja de cartón llena de juguetes, que va investigando y probando. Está absorto, concentrado en el juego, y aislado de lo que le rodea. Los adultos tendremos que hacer algo similar, probar y ensayar nuevas fórmulas a lo que tenemos y no sirve.